En su paso por el país, donde participó de unas jornadas sobre memoria y violencia en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), el escritor alemán Uwe Timm, ensayista y celebrado autor con una vasta colección de reconocimientos, ubica a la literatura como un "momento utópico" al sostener que la novela no busca contar la realidad pasada sino escribir una contrahistoria.
Para Uwe Timm (Hamburgo, 1940) la Argentina no es territorio desconocido. Su mujer es de aquí y los últimos tres años estuvo de visita participando de actividades sobre literatura y memoria. Conoce bien la narrativa local y entre su lista de autores más leídos Timm nombra a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Manuel Puig y hasta contemporáneos como Patricio Pron.
En esta oportunidad, junto a las jornadas en la Unsam, Timm también llegó para presentar su nueva novela “Aves de paso”, y una nueva edición de “Tras la sombra de mi hermano”, donde reconstruye su historia familiar durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual su hermano muere tras alistarse en la SS dando forma a un relato intimista sobre la memoria histórica alemana.
Además, Timm es autor de “Del principio y el fin. Sobre la legibilidad del mundo”, “La noche de San Juan”, “El hombre del velocípedo” y “El árbol de las serpientes”, entre otros títulos por los que fue distinguido con el Premio de Literatura de la Academia de Bellas Artes de Baviera (2001), el Heinrich Böll (2009) y el de Honor a la Cultura de la Capital Múnich.
Timm no sólo escribe para adultos, también lo hace para niños; para cada uno de sus hijos publicó un libro. Y ahora mismo está dando forma a una novela que tiene en la cabeza desde hace cuarenta años, según cuenta. “Escribir es liberador pero también es un peso; y es duro porque te permite reflexionar sobre uno mismo”, dice.
– En su libro “Del principio y el fin” dice que la novela tiene “la libertad de jugar con todas las posibilidades”. ¿Es ese el lugar que le da a la literatura?
-La literatura tiene la posibilidad de escribir algo que no es evidente por sí mismo, que no es obvio, interrumpe lo cotidiano, lo habitual y cuenta otras posibilidades. Eso significa que es un momento utópico porque nada es como “debería ser” sino, quizá, de otra manera. Es una manera de mover las estructuras fijas de la sociedad. La historia es una construcción regida por los intereses dominantes, de modo que la literatura tiene la posibilidad de establecerse críticamente y escribir, por ejemplo, sobre las víctimas. Ese contramundo literario de la creatividad muestra que se puede acceder a otro mundo porque no busca reconstruir la realidad pasada. Gracias al lenguaje, el lector puede entrar a contramundos y contrahistorias.
-¿Ese sería el carácter político que le otorga a la literatura?
– Sí, porque aunque no sea explicitado siempre es político en tanto es un momento utópico. Y lo político depende de cada caso concreto, de cada libro.
-¿Y en el caso de su novela “Tras la sombra de mi hermano”, cómo opera ese carácter?
-Ese es un ejemplo muy claro de cientos y cientos que libremente se alistaron a las fuerzas de las SS, que fueron en forma voluntaria como soldados sabiendo que de lo que se trataba era de matar a otros hombres. Y que también, al mismo tiempo, significaba la posibilidad de que a uno lo mataran. La pregunta es entonces: ¿cómo se puede entender que los hombres estén dispuestos a matar pero también a dejarse matar? ¿Cómo se puede llegar a esa empatía?
-Eso se puede ver en la novela cuando refleja su proceso subjetivo en el intento de comprender a su hermano…
-Es algo muy fuerte. Mi hermano, a pesar de que tengo un recuerdo esfumado de él, jugó un rol importantísimo en la familia. El no estaba pero estaba ahí siempre como un ejemplo, un espíritu.
-Hablando de recuerdos, en una conferencia dijo: “No hay narración sin memoria” ¿Cómo intervienen el recuerdo y el olvido en la literatura?
-Uno es tan importante como el otro. Sólo en ese fluir se construyen islas, que son los recuerdos importantes. Si nos acordáramos de todo no podríamos escribir sobre nada. El desencantamiento de esas islas recibe cierta significación especial.
-El recuerdo, siguiendo uno de sus ensayos, puede ser individual o social ¿qué significa esto?
-Que no se pueden separar. El recuerdo es un juego permanente entre lo individual y lo social porque es un juego con situaciones y acontecimientos que tienen que ver con otras personas en ciertas constelaciones. Uno está en la historia y no puede salir del tablero del juego. La historia es central, lo que surge es un diálogo con ella. Hay situaciones que tienen un grado de gravitación especialmente fuerte: son el recuerdo del poder ejercido, situaciones que lastiman. El trabajo literario es permanente reflexión y reconsideración de aquello que se vive, se ve y se siente. Y es fantástico porque uno es su propio jefe: escribe sobre lo que quiere.